Por falta de conocimiento, es decir, por la ausencia de innovación aplicada al agro, Colombia apenas rinde 4,0 t/ha de maíz, la tercera parte de la productividad de Chile o Estados Unidos. Fríjol: Colombia 1,3 t/ha escasamente el 56% de Canadá que cosecha 2,3 t/ha. Papa: Colombia produce 21,8 t/ha, menos de la mitad que Estados Unidos 49,1 t/ha, Bélgica 43,1 t/ha y Países bajos 42,0 t/ha, para mencionar solo algunas de las especies fundamentales de la seguridad alimentaria.

Invoco SENSATEZ para entender que estos rendimientos tan bajos son la causa de muchos nuestros males económico-sociales y para comprender que solo con conocimiento (Innovación aplicada al campo) podremos hacer las transformaciones centrales que necesita el sector rural si queremos que éste repercuta de forma positiva en toda la sociedad colombiana.

SENSATEZ para discernir que rendimientos tan extremadamente bajos influyen decididamente en que el costo/finca de cada unidad de producción (kilo, quintal, o tonelada) resulte muy elevado y por lo tanto, nuestros agricultores no sean competitivos (la competencia presenta más baratos esos mismos productos en el mercado). Cuando hablamos de competencia podemos estar hablando de otra finca, otra vereda, otro municipio, departamento o país.

SENSATEZ para deducir las consecuencias económicas y sociales que flagelan al agro esos bajos rendimientos y que las repercusiones en el medio ambiente son también muy impactantes: Para producir 100 toneladas de maíz, por ejemplo, Chile o Estados unidos emplean solo 9 hectáreas, Colombia 25 hectáreas = HUELLA ECOLÓGICA.  El agua que se destina para cosechar cada tonelada de maíz también es muy preocupante: Mientras Chile o Estados Unidos obtienen una tonelada utilizando solo 900 m3 de Agua, Colombia destina más de 2.500 m3 de agua = HUELLA HÍDRICA.

SENSATEZ para intuir que en un escenario tan deplorable, derivado de la falta de conocimiento e innovación que tiene al agro colombiano alejado del mundo moderno, resulta muy alarmante lo que se difunde sobre los cambios en la ruralidad pasando por alto el conocimiento y la actualización poniendo sobre la mesa solo otras opciones que, si bien se necesitan, no son tan prioritarias.

SENSATEZ para interpretar la preocupante argumentación de que el estado debe afrontar las pérdidas derivadas de la falta de conocimiento e innovación, en lugar de poner en primera fila la necesidad imperiosa de capacitar a los campesinos para que alcancen rendimientos competitivos, que ganen dinero y no tengan que depender de unas dádivas: AUTÉNTICA DIGNIDAD.

SENSATEZ para percibir como flaco el “favor” que se le haría a Colombia si se decide que los agricultores continúen obteniendo esos los escuálidos rendimientos sabieneo que cuanta más superficie se cultive con esos rendimientos tan precarios, mayores serán las pérdidas que alguien tendrá que asumir: el agricultor con su familia o el estado con todos nosotros los contribuyentes.

SENSATEZ para reconocer que estamos tan rezagados que lo único correcto es acercar a los agricultores a la innovación de manera práctica y sencilla para que ellos apliquen los modernos conocimientos en sus cultivos y así ser eficientes y rentables.

De ahí en adelante, bienvenido todo lo demás: redistribución y formalización de la tierra, construcción y adecuación de vías, consolidación de cadenas productivas y desarrollo y fortalecimiento de la agroindustria que, siendo sensatos, solo es viable si sus agricultores-proveedores son eficientes, rentable y competitivos.